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Los probióticos son microorganismos vivos que, aportados en cantidad suficiente y a una concentración estable, modifican el equilibrio de la flora intestinal ejerciendo un efecto beneficioso sobre la salud de la persona que los consume. En efecto, actúan sobre el sistema inmunitario intestinal (SII), que es una estructura muy importante para el organismo, puesto que representa el 70% de las células inmunitarias de un individuo. Actualmente, los probióticos se proponen en forma alimentaria y farmacéutica. Su eficacia está bien demostrada en el tratamiento y la prevención de las diarreas: la asociación de un probiótico como el Saccharomyces boulardii (ULTRA-LEVURA y otros) a una antibioterapia tiene como efecto una reducción de la frecuencia y/o de la duración de los episodios diarreicos y, a veces, incluso una acción preventiva.. En caso de infección por rotavirus en el niño, la administración de probióticos disminuye la duración de la diarrea una media del 54%, estimulando la respuesta anticuerpo intestinal IgA anti-rotavirus. Asimismo, en las diarreas del viajero, provocadas generalmente por bacterias, se nota una cierta eficacia de los lactobacilos, bifidobacterias y Saccharomyces boulardii. También en caso de estreñimiento, los probióticos pueden tener un efecto favorable, sobre todo en personas de edad avanzada. Estudios recientes muestran que los probióticos podrían representar un papel en el tratamiento de las afecciones siguientes: enfermedades inflamatorias crónicas del intestino (enfermedad de Crohn y rectocolitis hemorrágica), síndrome del colon irritable, infecciones por Helicobacter pylori, alergias e intolerancias alimentarias, intolerancia a la lactosa e hipercolesterolemia. Si actualmente la fuente más importante de probióticos se encuentra en los productos alimentarios, es conveniente desarrollar productos con galénicas particulares a fin de conservarlos mejor para una eficacia máxima.