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El abordaje no farmacológico y no quirúrgico de la obesidad debe entenderse no solo como el primer paso en el tratamiento de la obesidad, sino también como el pilar sobre el cual se sustentarán los posibles siguientes tratamientos. Consiste en los distintos programas para inducir cambios en los estilos de vida, y consta de tres componentes: los cambios en la dieta, los cambios en la actividad física y las estrategias conductuales dirigidas a lograr los objetivos pactados y su mantenimiento a largo plazo1. Lo ideal es que estas estrategias se lleven a cabo por parte de un equipo multidisciplinar.
Intervención sobre la dieta
La prescripción de dieta como tratamiento para la obesidad debe ser una decisión compartida con el paciente que permita la elección de unas pautas que puedan adaptarse a los hábitos, a la cultura y a los horarios del paciente, elementos clave para la adherencia a largo plazo.
La reducción de la ingesta calórica total debe ser el componente principal con una reducción energética inicial de 500-1.000kcal al día. Una estrategia sencilla para lograr una disminución del contenido calórico consiste en disminuir el tamaño de las raciones consumidas y/o de la densidad energética de la dieta. No obstante, existen unos patrones de dieta que han demostrado beneficios en cuanto a pérdida de peso y parámetros cardiometabólicos y que pueden adaptarse a los estilos de vida de cada paciente. Entre estas destacan la dieta mediterránea, los Dietary Approaches to Stop Hypertension (DASH), las dietas vegetarianas, las dietas de bajo índice glucémico, las dietas hiperproteicas, las dietas de muy bajo contenido en calorías o la dieta del ayuno intermitente, entre otras.
La dieta mediterránea está basada en el consumo predominante de alimentos de origen vegetal (hortalizas, frutas, frutos secos, legumbres, aceite de oliva extra virgen, farináceos integrales, etc.) en relación con los de origen animal, con más pescado que carnes, y de estas, las variedades blancas y más magras.
La dieta DASH incluye el consumo de frutas, lácteos bajos en grasas, verduras, cereales, frutos secos, legumbres y un bajo consumo de carne roja, carne procesada y dulces. Diseñada para prevenir y tratar la hipertensión arterial, ha demostrado una reducción adicional en el peso y en el perímetro de cintura en pacientes con obesidad.
Las dietas hiperproteicas son aquellas en las que el consumo de proteínas es mayor al recomendado.
Las dietas VLCD son aquellas cuyo consumo calórico es inferior a 800kcal/día. Habitualmente estas dietas precisan del uso de fórmulas que reemplacen alimentos para alcanzar dicho objetivo. Su eficacia en cuanto a pérdida de peso está más que contrastada, evidenciando pérdidas entre 8 y 21kg tras un seguimiento entre 4 y 52semanas.
Finalmente, un patrón de alimentación que ha ganado popularidad en los últimos años es el ayuno intermitente, entendido como la restricción severa de la ingesta >60% durante 2-3días a la semana o a días alternos, o como una limitación del periodo de ingesta a 8-10horas diarias o menos durante la mayor parte de los días. La pérdida de peso conseguida es similar a otras dietas, sin haberse observado ningún beneficio cardiovascular añadido.
Intervención sobre el ejercicio
El ejercicio físico desempeña un papel fundamental en el tratamiento de las personas con obesidad, tanto para potenciar la pérdida de peso conseguida con los cambios en la dieta como por sus beneficios adicionales a nivel cardiovascular y de salud mental.
La intervención inicial debe ir siempre dirigida a reducir el sedentarismo mediante el aumento de actividades cotidianas que supongan un mayor gasto calórico (subir escaleras, evitar el coche, etc.). Posteriormente se procederá a la prescripción de ejercicio físico dirigido, que debe incluir un componente aeróbico (caminar, correr, nadar…) y otro de fuerza o resistencia (ejercicios de repetición que incluyen grandes grupos musculares).
Es importante que los ejercicios prescritos se adecúen a las limitaciones físicas y cardiorrespiratorias de los pacientes de cara a evitar posibles lesiones.
Intervención conductual
El objetivo de la intervención conductual es incrementar la autoestima y el autocontrol de los pacientes con obesidad con el fin de adoptar y mantener estilos de vida saludables para la mejora de la salud y de la calidad de vida.
Concluciones:
La obesidad es una patología crónica altamente prevalente asociada a una gran morbimortalidad.
El abordaje de la obesidad se inicia con programas de modificación de estilos de vida.
No existe un modelo de atención universal para personas con obesidad.
Este estudio aporta una revisión de los aspectos más importantes de los tres componentes de los programas de modificación de estilos de vida: terapia conductual, terapia nutricional y prescripción de ejercicio físico. Además plantea un debate acerca de los elementos clave para la confección de modelos de atención a la obesidad desde atención primaria.
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