DICAF

Los excipientes se utilizan como vehículo, conservantes o estabilizantes formando la mayor parte de la masa o volumen de los medicamentos orales o intravenosos. Se añaden para conseguir una consistencia adecuada. Se les considera como sustancias inertes, pero no debe olvidarse el riesgo potencial de las reacciones adversas que pueden producir. Algunas reacciones adversas son conocidas como sería el síndrome de Gasping causado por el alcohol bencílico y otras menos descritas como serían las alteraciones renales que produce el propilenglicol. Cuando se utilicen fármacos a dosis superiores al rango terapéutico habitual o el período de su uso sea mayor debe tenerse en cuenta la toxicidad que puede ocasionar el principio activo y su excipiente. Dosis pequeñas de una sustancia pueden ser inocuas. Debe tenerse precaución con la utilización de viales multidosis que suelen presentar conservantes en su formulación y también, en la utilización de las diferentes vías de administración a la endovenosa como sería la epidural o intratecal. Cuando se administran formas farmacéuticas endovenosas debe tenerse en cuenta el tiempo de infusión porque un mayor tiempo de administración permite una mejor actuación del metabolismo humano, disminuyendo así los efectos adversos. Las precauciones deben extremarse cuando se trata de prematuros, neonatos o niños pequeños, debido al grado de inmadurez que presentan sus órganos vitales, en mujeres gestantes porque los excipientes pueden atravesar la barrera placentaria y afectar a los tejidos inmaduros del feto. La información de estos excipientes es de difícil acceso porque a veces no consta ni en la ficha técnica. El farmacéutico debe aconsejar al clínico sobre los principios activos y advertir que los excipientes que contienen pueden ser causantes de efectos adversos.