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El asma es la enfermedad crónica más común de los países industrializados. Más de 100 millones de personas en el mundo son asmáticos, afecta a todas las edades. El asma es responsable de días de absentismo escolar y bajas laborales, urgencias médicas, hospitalizaciones y muertes; requiere una parte importante del presupuesto sanitario. Un adecuado tratamiento del asma puede mejorar los resultados terapéuticos y la calidad de vida, por el contrario, una terapia inadecuada tiene consecuencias médicas importantes. La infrautilización de los corticoides inhalados se considera la causa más importante de control inefectivo en el asma. Desde el inicio de los 90 las recomendaciones nacionales e internacionales sobre diagnóstico y tratamiento del asma dirigen los esfuerzos a la importancia de la inflamación y los fármacos antiinflamatorios, sobretodo en asma moderado o grave. En las últimas recomendaciones el asma se clasifica en 4 grupos, según gravedad; cada grupo presenta tratamientos distintos. Un ciclo corto de corticoides sistémicos se considera la alternativa más coste-efectiva en el tratamiento de las agudizaciones del asma. Los modificadores de receptores de leucotrienos se sitúan como alternativa a las dosis bajas de corticoides inhalados y para control a largo plazo en adultos con asma leve persistente. Las metilxantinas y los beta-2-adrenérgicos de acción prolongada se recomiendan como adyuvantes a los corticoides inhalados para el control del asma a largo plazo. El seguimiento de estas recomendaciones se supone que puede mejorar el control de la enfermedad y los resultados terapéuticos en pacientes asmáticos. Un estudio retrospectivo realizado en Ohio con más de 10000 pacientes asmáticos muestra que las recomendaciones nacionales e internacionales de expertos no están totalmente implantadas. Debe realizarse un esfuerzo para seguir los protocolos establecidos con el fin de mejorar el control del paciente asmático y reducir la utilización de recursos sanitarios.