Sesión Bibliográfica. 01 de Enero de 2003 (44)

La relación entre la enfermedad coronaría y la dieta ha sido estudiada intensamente durante el último siglo. Así, la relación entre la aterosclerosis y los niveles sanguíneos de colesterol y lipoproteínas de baja densidad esta bien establecida, así como la relación entre estas últimas y la ingesta de grasas saturadas y colesterol. Pensar que esta es la única relación que existe entre la enfermedad coronaria y la dieta es una visión muy simplista. La ingesta de grasas saturadas se ha asociado a la enfermedad coronaria. La sustitución de estas grasas por grasas insaturadas, provoca una mejora de la relación LDL/HDL superior a la resultante de la sustitución de todas las grasas por hidratos de carbono. En este sentido, no se ha encontrado una relación clara entre la ingesta total de grasas y el riesgo de enfermedad coronaria, ni con la ingesta moderada de colesterol o huevos (1 al día). Por otra parte, la ingesta de ácidos grasos trans (producto de la hidrogenación de las grasas) se asocia a un mayor riesgo de enfermedad coronaria, que se puede cifrar en un riesgo relativo de 1,25 con un aumento del 2% en la ingesta energética de los mismos. Esto es debido a que elevan los niveles de colesterol LDL, y disminuyen los de HDL, doblando la relación entre ambas lipoproteínas. También parecen aumentar los triglicéridos, favorecer la resistencia a la insulina y reducir la función endotelial. En cuanto a los ácidos grasos omega-3, estos disminuyen el riesgo de enfermedad coronaria por la prevención de las arritmias, disminución de los niveles sanguíneos de triglicéridos, disminución del riesgo de trombosis y mejora de la función endotelial. Así se ha puesto de manifiesto en diversos estudios, que han demostrado una disminución de la mortalidad debida a enfermedad coronaria con la ingesta de pescado, lo cual es más evidente para eventos fatales y para la población de alto riesgo. En este sentido, se ha demostrado que ingerir pescado dos veces a la semana puede disminuye en un 30% el riesgo de enfermedad coronaria en mujeres, o que los niveles de eicosapentaenoico y docosahexaenoico en sangre están muy asociados a la disminución del riesgo de muerte súbita en varones. En cuanto a los alimentos ricos en carbohidratos, la influencia sobre la enfermedad cardíaca dependerá de la carga glicémica, que representa la calidad, y la cantidad de dichos hidratos de carbono que tienen. En este sentido, se ha demostrado que los este parámetro se asocia positivamente con la enfermedad cardíaca, especialmente entre personas con sobrepeso u obesidad. También influirá el contenido de fibra de los alimentos, habiéndose demostrado una mayor capacidad de prevención de aquella derivada de los cereales integrales, que de la fruta o vegetales. Así se ha demostrado que los cereales integrales se asocian a una disminución del riesgo de enfermedad cardíaca. Otros factores que han demostrado reducir el riesgo de enfermedad coronaria son los niveles de fólico, la sustitución de carnes rojas por pollo o pescado, el consumo de nueces, el consumo de frutas y vegetales, especialmente de hoja verde y ricos en vitamina C. Por último, también muestran esta disminución del riesgo determinadas modificaciones del estilo de vida, como abandono del tabaco, mantenimiento de un correcto peso corporal, hacer ejercicio, consumir cantidades moderadas de alcohol, mantener una dieta mediterránea o semivegetariana.
Palabras claves:
  • NUTRICIÓN
  • ENFERMEDAD_CARDÍACA
  • ENFERMEDAD_CORONARIA
  • ATEROSCLEROSIS
  • COLESTEROL
  • TRIGLICÉRIDOS
  • DIETA

NewsLetter de abstracts redactados por expertos del programa y con la colaboración de profesionales de la salud que trabajan en diferentes ámbitos asistenciales.