Sesión Bibliográfica. 01 de Julio de 2003 (50)

Un estudio realizado en Inglaterra ha revelado que la gota es la enfermedad tratada más a menudo en atención primaria. A pesar de siglos de estudio, y de la efectividad del tratamiento en la mayoría de los pacientes, su diagnostico y tratamiento sigue siendo problemático. Se suele presentar como una monoartritis inflamatoria aguda en los dedos de los pies, aunque puede presentar en otras articulaciones, pudiendo confundirse con celulitis o artritis séptica. En pacientes mayores se puede presentar como una enfermedad poliarticular, que se confunde con artritis reumatoide u osteoartritis. Los tofos (colecciones nodulares de cristales de urato en tejidos blandos) también se pueden confundir con artritis reumatoide u otros nódulos. El diagnostico óptimo de la gota se hace por demostración de tofos o de cristales de urato monosódico en el fluido sinovial. No se debe usar para el diagnóstico el úrico sérico, puesto que la mayoría de los pacientes con hiperuricemia son asintomáticos y nunca presentarán gota. Se define hiperuricemia como nivel de úrico sérico mayor a 7 mg/dL en hombres y a 6 mg/dL en mujeres, debido a sobreproducción, o, más frecuentemente (80-90%) a hiposecreción. Además del componente hereditario, existen numerosos factores de riesgo de padecer gota. La insuficiencia renal, y determinados fármacos (tiazidas, diuréticos del asa, salicilatos a bajas dosis, ciclosporina, niacina, etambutol, pirazinamida, didanosina o alcohol), pueden disminuir la excreción de úrico, aumentando el riesgo de gota. Otros factores de riesgo son: intoxicación por plomo, obesidad y el sexo, con una prevalencia de 6/1000 habitantes en hombres y de 1/1000 en mujeres. La edad influye en la gota, especialmente en las mujeres. Así, en jóvenes suele presentarse en hombres, acercándose la incidencia en mujeres posmenopáusicas, de modo que pasados los 60 años, no hay diferencias en el diagnostico entre sexos. La presentación clásica de la gota es una monoartritis aguda autolimitada en las articulaciones de la extremidad inferior, a menudo en la metatarsofalangeal o la rodilla. El inicio es rápido, con la articulación afectada caliente, eritematosa, hinchada y sensibilizada, y pudiendo presentarse con fiebre. Los ataques de gota se pueden ver precipitados por un trauma, consumo de alcohol, excesos dietéticos, uso de diuréticos o alopurinol, hospitalización o cirugía. Con el tiempo, los periodos entre crisis se hacen más cortos, y se pueden desarrollar tofos en la piel o tejidos subcutáneos, en las manos, muñecas, codo o rodillas. Existe una presentación atípica, que puede darse en pacientes mayores, con una presentación insidiosa e imprecisa, con afectación poliarticular, normalmente sobre las pequeñas articulaciones de las manos, especialmente en mujeres mayores. A veces se puede presentar ataques agudos clásicos, relacionados con los mismos desencadenantes ya comentados.
Palabras claves:
  • GOTA
  • ARTICULACIÓN
  • URATO
  • URICO
  • TOFO
  • DIURÉTICO

NewsLetter de abstracts redactados por expertos del programa y con la colaboración de profesionales de la salud que trabajan en diferentes ámbitos asistenciales.