Sesión Bibliográfica. 01 de Abril de 2004 (58)

En los últimos años se ha observado un aumento en la incidencia de la diabetes tipo I. Aunque siempre se ha considerado una enfermedad de la infancia, presenta una incidencia similar en adultos, que se puede cifrar en un 3-4%, aunque es muy variable según el país. Esta enfermedad se considera asociada a otros estados autoinmunes, fundamentalmente relacionados con el tiroides. También se ha relacionado con la enfermedad celíaca y la enfermedad de Addison. El desarrollo de esta enfermedad responde a una mezcla de factores genéticos y ambientales. Así, se ha teorizado que el aumento de la incidencia de diabetes tipo I, pueda estar relacionado con ciertos virus y factores dietéticos de la infancia. Clásicamente se ha implicado en la patogenia de la diabetes a la ingesta de leche de vaca, ciertos rotavirus y vacunas, aunque actualmente esto se ha puesto en entredicho. Recientes estudios parecen implicar en estos mecanismos a cierta respuesta inmune ante los cereales o el gluten, aunque esto se debe confirmar con más estudios. Otra hipótesis es que ciertos factores ambientales pueden inhibir el desarrollo de la autoinmunidad, y que el ambiente excesivamente limpio en el que se desarrollan en la actualidad los niños puede conducir a una deficiencia en los mecanismos reguladores de la inmunidad. Esta es la teoría que también se ha propuesto para otras enfermedades como el asma. La diabetes tipo I se debe a la destrucción de las células productoras de insulina del páncreas. El papel de los autoanticuerpos en este proceso no está aún dilucidado. En general se considera una enfermedad mediada por células T. Aún así, el desarrollo de determinados anticuerpos se puede utilizar para la predicción de diabetes en niños. En la actualidad, a pesar de los numerosos ensayos, no hay ningún tratamiento disponible para la prevención de la diabetes tipo I. La insulina continua siendo el principal tratamiento de este mal, siendo importante el control de la glucemia para prevenir complicaciones. El riesgo de hipoglicemia es el mayor limitante para la obtención de este control glucémico. La introducción de análogos de insulina de rápida ha logrado reducir la variabilidad en su absorción, y permite su uso tras las comidas. Con la insulina glargina se ha conseguido una insulina de larga actividad que aumenta su nivel basal. Así, la combinación de estos tratamientos puede permitir un mejor control de la glucemia y por lo tanto de la enfermedad. La metformina ha mostrado utilidad, especialmente en pacientes diabéticos con sobrepeso, con necesidad de gran cantidad de insulina o aquellos que presentan niveles de HbA1c superiores al 8%. En pacientes con alta incidencia de episodios hipoglicémicos, o que no responden al tratamiento puede estar indicado el transplante de islotes, aunque este tratamiento novedoso está limitado por la necesidad de tratamiento inmunosupresor, la incapacidad para controlar los fenómenos de inmunidad y la ausencia de donantes.
Palabras claves:
  • METFORMINA
  • ANTICUERPOS
  • DIABETES TIPO I
  • INMUNIDAD
  • INSULINA

NewsLetter de abstracts redactados por expertos del programa y con la colaboración de profesionales de la salud que trabajan en diferentes ámbitos asistenciales.